
Roman Reigns, frustrado con la dirección creativa de la WWE, impulsó la creación de "The Bloodline". Según Paul Heyman, esta insatisfacción, manifestada en 2020, fue clave para el desarrollo de una de las facciones más dominantes en la historia de la WWE. La idea, discutida entre Reigns y Heyman siete u ocho años antes, se materializó debido a una confluencia de factores: la pandemia de COVID-19, la ausencia de Brock Lesnar, el nacimiento de gemelos en la familia Reigns y, crucialmente, su descontento con la narrativa de su personaje.
Reigns sentía que su personaje había llegado a un punto muerto y deseaba elevar no solo su imagen, sino también la presentación general de los luchadores de la WWE. Heyman, alejado de su puesto como director ejecutivo de Monday Night Raw, vio la oportunidad de colaborar con Reigns, compartiendo visiones para una presentación innovadora en el contexto de las restricciones impuestas por la pandemia y la falta de público en vivo. Esta colaboración, según Heyman, refleja la norma entre las superestrellas de la WWE, quienes, al igual que los actores de Hollywood, suelen tener una gran influencia en la dirección creativa de sus personajes. La transformación de Reigns y el éxito arrollador de "The Bloodline" demuestran la efectividad de su decisión. La pregunta que queda en el aire es si la frustración de Reigns estaba justificada o si la WWE ya estaba manejando su personaje de forma adecuada.
Comments